Chihuahua Diario

La heroica Liga Proan

Desde 2014 comenzaron a organizarse y hoy son ya 12 los equipos de la llamada Liga Proan. Sin apoyo de la Federación Mexicana de Futbol ni de la Conade, los clubes de futbol de amputados luchan con denuedo por demostrar que las discapacidades de sus integrantes no los detienen para competir en el deporte que les apasiona. Muchos juegan con una sola pierna, apoyados en muletas, y lo hacen con brío. Historias como las de Rodrigo e Iván, dos de estos singulares futbolistas, son heroicas.

La particularidad de la competencia consiste en que sus participantes tengan una discapacidad motriz: amputación de pierna, por ejemplo, en el caso del jugador de campo, o mutilación completa de uno de los brazos, si se trata del portero.

Los seis jugadores de campo pueden desempeñarse con las dos manos, pero la regla indica: “una sola pierna”. De igual forma, al guardameta se le permite defender la portería con ambas piernas, pero debe jugar con una sola mano. Y todos los participantes se apoyan en muletas canadienses (especie de muletas con empuñadura que pueden funcionar como prótesis) durante el partido, que se disputa en dos periodos de 20 minutos cada uno.

Son las reglas internacionales del juego y se respetan al pie de la letra. Así es en cada torneo.

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El reglamento corresponde al futbol de amputados, deporte que en México acumulaba ya, en 2019, cinco años. Se llevaba a cabo de manera organizada e ininterrumpida hasta el brote de la pandemia de coronavirus. Desde entonces la competencia está frenada y así continuará por lo que resta del presente año.

Registrada en la Asociación Mexicana de Futbol de Amputados, A.C., esta disciplina tiene el reconocimiento de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA); también está adherida al Sector Amateur de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), aunque esto último es un decir porque el balompié amputado del país en realidad carece del respaldo de esta federación y de la propia Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade).

A pesar de la falta de apoyos, en lo administrativo esta liga en desarrollo ya ha organizado dos campeonatos del mundo, en 2014 y 2018. Y en el aspecto estrictamente deportivo, hasta ahora lo más cerca que ha alcanzado el representativo nacional es un decoroso cuarto lugar entre 25 selecciones participantes en su más reciente mundial.

Juegos malabares

Los apremios, que son demasiados, y las urgencias, que tampoco son menores, atoran el desarrollo de este deporte. Incluso, el torneo nacional se denomina Liga Proan, en correspondencia con esa empresa productora y comercializadora de huevos (San Juan), la única que apostó por el proyecto, en puerta ya el pasado Mundial México 2018, celebrado en San Juan de los Lagos, Jalisco, sede de la compañía.

Y así, la Liga Proan también llevó a cabo la referida cita mundialista con el huevo como principal distintivo en el uniforme de la selección nacional.

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Todo surgió a partir del momento en que las partes interesadas le presentaron el proyecto de la liga y el Mundial 2018 a Manuel Romo, fundador de la citada empresa. “Le fascinó el futbol amputado en México. Nos patrocinó la liga y nos dio todas las facilidades para que la liga continuara, porque ya estaba algo caída”, detalla Guillermo Almaguer, entrenador del equipo de aficionados Futbol para Amputados Tigres UANL y seleccionador nacional en el Mundial 2018.

Gracias a Proan –dice– la liga no sólo volvió a tener el impulso que requería, sino que respaldó la organización de la cita mundialista al hacerse cargo de todos los gastos relacionados con el hospedaje, alimentación y traslado de los integrantes de las 25 selecciones participantes en la ciudad sede.

Por los motivos que sean, el futbol amputado en México pide su lugar, pues de los 12 equipos que integran la liga, Almaguer cuantifica que al menos 50% de ellos carece de recursos, al extremo que los jugadores en el desempleo “se van a los cruceros a dominar el balón a fin de sacar el sustento para sus familias, lo cual es muy válido porque la sociedad no les da trabajo.

“Desgraciadamente, para la persona amputada en México resulta muy difícil conseguir trabajo. Por poner un caso: en el pasado mundial fueron 10 días que los muchachos permanecieron concentrados y le batallaron mucho para sus viáticos, así como para dejar el sustento en sus casas.”

Los jugadores querían continuar en sus trabajos –revela– y otros no tenían dinero para trasladarse a San Juan de los Lagos. “Los muchachos llegaron por sus propios medios a la justa mundialista por la ilusión de jugar un mundial. Algunos dejaron sin sustento a sus familias; otros perdieron su empleo”.

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En opinión del entrenador, los institutos del deporte estatales no se ven obligados a apoyar el futbol de amputados por no contar con el aval de la Conade. “Estamos como en una laguna. No hay cómo exigirles… Son muchos jugadores que le batallan por el recurso, porque no tienen empleo”, enfatiza Almaguer, cuyo equipo Futbol para Amputados Tigres UANL marca la diferencia de la regla al contar con recursos de la institución.

El accidente de Rodrigo

En plena juventud, Rodrigo Campos tenía un futuro promisorio en el futbol profesional en el club Gallos Blancos de Querétaro, con altas posibilidades de debutar en la Primera División. Pero la vida le cambió drásticamente hace 25 años. “Nos equivocamos: hicimos la combinación del alcohol con el volante”, reconoce.

Rodrigo y unos amigos regresaban a Querétaro luego de una reunión en el campo; “una elotada en la que no faltaron las cervezas”, refiere. Previamente, dice, intercambió el asiento de copiloto con uno de los acompañantes. “Pero el hecho de no venir manejando no me quita la responsabilidad de haber tomado una mala decisión o de no subirme al automóvil”.

Alrededor de las 21:00 horas el auto se deslizaba a 100 kilómetros por hora sobre la autopista de San Juan del Río. “Llevábamos cerca de 20 minutos de haber ingresado a la carretera; íbamos sobre el carril de alta velocidad, a la altura de Pedro Escobedo. De pronto se nos cruzó un automóvil y mi compañero que conducía frenó bruscamente. Nos volcamos. El carro quedó totalmente inservible y yo terminé inconsciente…”.

A causa del accidente Rodrigo perdió la pierna derecha. “Para cuestiones de prótesis, normalmente las amputaciones son abajo de la rodilla a la mitad de la espinilla o a la mitad del fémur. Soy desarticulado de rodilla. Somos muy pocos los que tenemos esa característica. Es decir, tengo todo el fémur”.

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En 2013 formó el equipo de futbol de amputados Coyotes Querétaro con cuatro jugadores, que hoy es parte de los 12 planteles de la Liga Proan. “Las reglas son jugar sin prótesis y con muletas canadienses. Se juegan dos tiempos de 20 minutos cada uno, con cinco minutos de descanso; los cambios son libres. Los seis jugadores de campo deben participar con amputación de piernas y el portero debe tener una sola mano”, detalla.

Entre otras características del torneo, los jugadores no pueden tocar el balón con las muletas. De lo contrario, el árbitro penaliza la infracción “como mano”, la utilización de la muleta en contra de un rival se castiga con penalti y expulsión. El portero no puede abandonar su área. De ser así, su acción se cobra con penal y tarjeta roja. Tampoco hay límite de cambio de jugadores.

 

Un juego sin límites

La mayoría de los futbolistas amputados “son producto de la diabetes, pero hay varios casos que han sido por accidentes, como el mío, o por un choque de rodilla se les formó un tumor que posteriormente le creció y, en consecuencia, vino la amputación”, refiere Campos, quien fue auxiliar técnico de la selección en el Mundial de 2018 y es capitán de Coyotes Querétaro.

Rodrigo se dio a la tarea de integrar el sexto equipo de la liga nacional como requisito indispensable para obtener el registro de la Federación Internacional de Futbol de Amputados (WAFF), reconocida como una modalidad de futbol por la FIFA.

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La liga mexicana inició formalmente hace siete años con la participación de seis equipos con partidos a visita recíproca. Ahora, dice, hemos llegado a 12 planteles con presencia en Monterrey, Guadalajara, Colima, Ciudad de México, Estado de México, San Miguel de Allende, Querétaro, y pronto se sumarán más equipos. La cuestión es abarcar a todos los estados con representativos de amputados”.

En el proyecto Coyotes de Querétaro no hay edad límite, de tal manera que se pueden registrar jugadores a partir de los 17 años con la firma de responsiva de los padres o tutores.

También es la única plantilla que ha debutado a jugadores con más de 60 años, “un rango importante por el tema de la inclusión, porque la discapacidad no limita para que puedan desarrollar un deporte. Somos el club que cuenta con un jugador con doble amputación. Las personas que elaboraron las reglas del juego jamás imaginaron que un doble amputado estaría participando con el apoyo de una sola muleta. Su nombre: Iván Dávila Urrea, originario de Querétaro”.

Sin embargo, por su discapacidad, el reglamento no le permitía a Dávila ser convocado a la selección nacional. Ante esta traba, “ingresamos una controversia, que se ganó. En el mundo hay tres situaciones similares, el de Iván es el tercer caso, y desde hace dos años ya pueden ser aprobados para participar con sus respectivas selecciones nacionales”.

Iván, de 23 años, acaba de recibirse de arquitecto. “Fue becado en su universidad por sus calificaciones, no por su discapacidad. Una de las particularidades de Coyotes Querétaro es que todos trabajan y estudian. Aquí se les pide que sean personas de bien, que no generen con su discapacidad una forma de lucrar. Se les inculcan buenos valores, aunque la mayoría de los equipos no los aplica.

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El “arqui” Iván

Iván Dávila Urrea juega de mediocampista o delantero. “Es una hormiga mantequera, es habilidoso. Es un demonio. No encuentro una palabra precisa para describirlo, pero tiene todas las características para figurar en pocos años en la selección nacional. Afortunadamente, tenemos muchos jugadores de excelente nivel. Nada más hay que encaminarlos bien. Iván es un caso extraordinario, único en México, y afortunadamente es queretano”.

A los nueve años Iván recibió una descarga eléctrica a través de un cable de alta tensión mientras jugaba con su hermano en la azotea de su casa. El pequeño “no midió la distancia y lo jaló el cable de alta tensión. La descarga le entró por la mano con la que agarraba un palo y le salió por la pierna. Cayó desde un segundo piso al asfalto. El chavo sobrevivió, y ahí sigue dando lata. Creo que la descarga eléctrica, en lugar de restarle fuerzas, le recargó la batería”, cuenta Rodrigo.

Desde su formación, en 2005, la Federación Internacional de Futbol de ­Amputados ha reclamado su espacio en los grandes eventos, como los Juegos Paralímpicos. Y con el deseo de fortalecer las propias competencias nacionales, la WAFF se enfoca en conseguir un lugar en el calendario de los Juegos Paralímpicos como deporte de exhibición y, en el futuro, ingresar como una disciplina reconocida mundialmente como deporte adaptado.

“Ya se hicieron todos los trámites ante el Comité Paralímpico Internacional, se están cumpliendo con los requisitos necesarios. Uno de ellos era la realización de torneos consecutivos en las ligas. El parteaguas fue el Mundial 2018, donde asistieron directivos de la FIFA, que avaló el evento. Vamos bien para ser considerados un deporte de exhibición y luego disciplina paralímpica”, dice Rodrigo Campos, fundador y presidente de Coyotes.

Pero el futbol de amputados en el país enfrenta la indiferencia de la FMF, “que también nos reconoce. Sin embargo, lo único que hizo fue decir: ‘Son jugadores amputados, muy bien’. Pero de ahí en fuera ni nos dejaron usar su marca ni el escudo, por motivos que desconozco”.

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La FMF, dice, recibió el proyecto del Mundial de 2018 “y no les interesó ni siquiera para darnos uniformes, así fuese un mundial. Simplemente nos dijeron: ‘Juegan futbol, ok. ¡Qué padre!’ Literalmente fue como decirnos: ‘Les doy una palomita de que existen’. Ni siquiera nos dieron las felicitaciones. Así nos lo hicieron saber directivos de nuestra asociación. Esa es la realidad del deporte adaptado en México”, concluye Campos.

Reportaje publicado en el número 2345 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 10 de octubre de 2021.

CON INFORMACIÓN DE www.proceso.com.mx

 

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