Por: La Redacción.
Ciudad de México., a 2 de mayo del 2024.- Aún recuerdo cuando llegabas a buscar a Alex a la oficina, me pedías un cafecito y te sentabas a mirar hacia Palacio, teniamos las oficinas de Ahoramismo en la Vicente Guerrero, yo era una novata igual de atolondrada y paciente para escribir, pero tú me decías que no lo viera como un defecto, sino como un talento… Creo que odiabas la inmediatez pues le restaba importancia a la noticia, a esa que no se generaba en una oficina.
Aprendí de ti a contar historias, a escuchar a quienes buscan ser escuchados, a sentir y palpar el dolor y traducirlo en fragmentos de letras entrelazadas que buscan contar una historia, muchas de ellas tristes, desoladoras y llenas de impotencia.
Me enseñaste que el papel de un periodista no es solamente escribir declaraciones, sino contrastarlas con la realidad atroz que se vive en el día a día.
Me dijiste que ser mamá sola no era una opción pero fue la única para ti, que luchara por mantener a mi familia unida hasta el último aliento, me contaste tu historia y creo que esa misma historia te hizo ser empatica con el mundo que viviste.
Dejaste una huella imborrable en la memoria que ninguna mentira podrá manchar, ni logrará que tu recuerdo se borre, porque el desenlace de tu historia desnudo la esencia de quienes participaron en silenciar tu voz, la cual estoy segura sigue y continuará retumbando en sus conciencias, si es que la tienen.